martes, 2 de abril de 2013

24. La detención.


«Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar
esta ofensa, la destrucción de un hombre»
Primo Levi



En la mañana del viernes 1 de septiembre de 1939, casi a la misma hora que Alemania invadía Polonia dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial, el abuelo era detenido y trasladado a la cárcel de Torrubia del Campo en prisión preventiva. Ese día cumplía 44 años y como tantos otros españoles leales a la República, pasaba a engrosar el catálogo franquista de destrucción humana.

Es posible que el abuelo solo permaneciera una noche en la cárcel de su pueblo  y que al día siguiente le llevaran al improvisado campo de concentración instalado en el cine Alcázar de Tarancón, donde se hacinaban más de catorce mil personas, o a un almacén de cereales denominado Cámara de Capacha también convertido en prisión custodiada por el temido Tercio de Requetés Virgen Blanca de Álava,  o a la prisión conocida como Casa Parada, ahora transformada en museo.

Cinco días después, el 6 de septiembre, la Auditoria de Guerra  solicita informe de conducta social y política del abuelo, al mismo tiempo que por parte de Ceferino Martínez Moreno, Eugenio Espada Fraile e Isidro Barranco Plaza, este último tío materno del abuelo, se produce la siguiente denuncia:

“Que el 7 de diciembre de 1937, Arturo Torres Barranco, de Izquierda Republicana, hizo uso del sello del partido para informes y denuncias de miembros de Falange, a los que se había pedido se impusiera la pena de muerte”

El 14 de septiembre asiste a la práctica de diligencias ante el capitán de la Guardia Civil y Jefe local del SIPM (Servicio de Información Policía Militar) en Cuenca. En su declaración  el abuelo confirma su pertenencia a Izquierda Republicana, así como que fue el fundador del partido en abril de 1936, aunque posteriormente pasó a ocupar el cargo de Tesorero de la organización. Añade que en septiembre de 1936 y por parte de miembros del Frente Popular, se solicitó a Izquierda Republicana informes sobre determinadas personas de la localidad, todas “fascistas y peligrosos”  y se le convocó a una reunión a la que no acudió, pero si firmó y selló los informes solicitados, manifestando que no se arrepentía de haberlo hecho.

Era habitual en estos interrogatorios a la “horda marxista” que los miembros del SIPM pasaran de las palabras a los insultos y de los insultos a los golpes y si se extralimitaban nada ocurría pues gozaban de la misma impunidad que sus herederos. Sobraba gente envenenada por los ideales marxistas. Sobraba media España, la misma a la que el dictador estaba dispuesto a fusilar para cumplir sus objetivos según confesó a Jay Allen en una entrevista.

Desconozco en qué condiciones se produjo el interrogatorio del abuelo, pero es evidente que su falta de arrepentimiento no debió ser recibida con muy buena cara y fue más que suficiente para que por parte de la Auditoria de Guerra de Tarancón se le procediera a instruir un sumarísimo de urgencia con fecha 18 de septiembre de 1939 (1654/29). Unos días antes era trasladado esposado y bajo vigilancia de la Guardia Civil, que era quien distribuía a los prisioneros en las distintas cárceles, a la prisión provincial de Cuenca, donde ingresó el 10 de septiembre a las tres de la tarde.

El sumario iniciado siguió su curso lento pero implacable.


María Torres
Nieta de un republicano español.




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