Sábado, 16 de febrero de 2013.
Tengo ante mi el expediente penitenciario del abuelo. Dos hojas, tres páginas rellenas con escasos datos. En eso se resume su encierro.
Tengo ante mi el expediente penitenciario del abuelo. Dos hojas, tres páginas rellenas con escasos datos. En eso se resume su encierro.
En una
pulcra letra manuscrita aparecen en primer lugar sus datos personales:
Expediente
procesal de Arturo
Torres Barranco
natural de ... Torrubia de Campo
... provincia de ... Cuenca ...
vecino de ... idem ... provincia
de ... ídem ...
hijo de ... Cecilio ... y
de ... Candelaria ...
edad ... 44 años ... profesión
... labrador...
instrucción ... si ... religión
... CAR ...
estado ... casado ... hijos
... si ... núm. de ellos ... cuatro ...
antecedentes ... no constan ... ingresa
por ... primera ... vez
Domiciliado
en ... Torrubia
del Campo ...
Me han
llamado la atención las letras "CAR" en el apartado de religión. No
he conseguido averiguar su significado hasta que Gabi me indica que lo que
quiere decir es “Católica Apostólica Romana”.
Se encuentra
sin cumplimentar el apartado de “Señas particulares”, destinado a detallar el
color del iris de los ojos, cabello y piel, así como a indicar las
características de las cejas, nariz, boca, barba, cara y talla. En su lugar
aparece una numeración: 4814.
La fórmula
dactiloscópica (entiendo que debe ser la huella dactilar) figura en blanco, y
tampoco hay ninguna fotografía. Lo mismo ocurre con el apartado relativo a la
Causa. El aparato de represión franquista tenía demasiado trabajo
para entretenerse con detalles.
El abuelo
ingresó en prisión a las tres de la tarde del 10 de septiembre de 1939,
entregado por el agente Manuel Salvador, y fue puesto a disposición del Jefe
del S.I.P.M. (Servicio de Inteligencia de la Policía Militar) con suplicatorio
de dicho agente que “se une al expediente de Mariano Ortega Bustos”.
Cuatro días
después, el 14 de septiembre de 1939, asiste a la práctica de diligencias al
S.I.P.M. según “Me hago cargo”, ¿? que se une al expediente de Domingo González
Rodríguez, incorporándose el mismo día a la prisión.
El 15 de
septiembre de 1939, en virtud de la orden del Jefe del S,I,P.M., que se une al
expediente de Manuel Medrano Barranco, el abuelo pasa a disposición del Auditor
de Guerra de la plaza.
Las
anotaciones correspondientes al año 1939 terminan ahí, dejándome varias
preguntas. No entiendo porqué se une cada actuación al nombre de otro preso,
aunque he comprobado que siempre son detenidos del pueblo del abuelo y me
pregunto qué o quien será “Me hago cargo”, pues se repite varias veces
en el documento. Si alguien después de leer esto tiene una respuesta le
agradecería contactara conmigo para informarme.
Ignoró si se
trata de la Prisión Provincial de Cuenca o de la Prisión del Seminario de
UIclés, ya que en ningún apartado se cita cual y las firmas del Jefe de la prisión
como del Oficial son distintas en cada actuación. Además, en uno de los
escritos que acompañan al expediente penitenciario, firmado por el abuelo,
solicitando la prisión atenuada o la libertad condicional, éste señala que
escribe desde la prisión del Seminario de Uclés. También cuento con un escrito
de la Auditoria de Guerra de Aranjuez, responsable de la prisión del
Monasterio.
Con la
información que tengo en estos momentos me inclino a pensar que estuvo en ambas
prisiones, pero desconozco que periodos pasó en cada y el motivo de que
estuviera en las dos. A su vez se confirma que estuvo encarcelado en Uclés,
algo que hasta ahora solo era una suposición por mi parte.
En 1936 el
Monasterio de Uclés era hospital del VIII Cuerpo Médico del Ejército Popular de
la República. Con la entrada de las tropas franquistas en marzo de
1939 se convierte de inmediato en campo de concentración y en enero de 1940 en
terrorífica prisión hasta diciembre de 1943, en la que se hacinaban más de
cinco mil prisioneros en su mayoría hombres, muchos de ellos condenados a
muerte.
Durante casi
los tres años que estuvo en funcionamiento la prisión del Monasterio, la
represión y violencia franquista dejó una lista de 533 defunciones (hombres,
mujeres y niños de edades comprendidas entre 3 y 72 años). Cientos murieron por
palizas, inanición, torturas, frío, falta de asistencia médica y por los
disparos de los centinelas a los que se premiaba con veinte duros y un mes de
permiso por hacer blanco con los presos que se acercaban a las
ventanas, aunque según los informes oficiales fallecían de “miocarditis aguda”
o “avitaminosis”; Otros murieron delante de un pelotón de fusilamiento. Se
fusilaba todos los sábados. Ese era el día que los reclusos escuchaban “La
internacional” de las bocas de los compañeros que estaban a punto de morir.
No se
conformaban con la privación de libertad, con el sometimiento de los vencidos,
con las penurias materiales a las que se vieron obligados muchos, la
mayoría. Además había que doblegar a los presos, aniquilando su identidad
utilizando para ello toda la miseria integral de la que era capaz el sistema
penitenciario franquista para después, decidir sobre sus vidas.
Me duele
imaginar lo que allí debió vivir el abuelo. La degradación y transformación en
un ser sumiso, reducido a la nada, que no sólo sufría la falta de libertad,
sino la humillación y la miseria en todas sus facetas, pues ese era el objetivo
de la represión franquista y de la cual la cárcel fue el eje.
Andrés
Iniesta, cuya memoria nunca se rindió, nos dejó un valioso testimonio de su
paso por la prisión del Seminario de Uclés en su libro de memorias “El niño
de la prisión”, del que recomiendo su lectura.
El abuelo
nunca nos contó aquello que tanto daño le hizo y que le acompañó durante el
resto de los años que vivió.
Lástima que
no sepa que ahora su voz es la mía.
María Torres
Nieta de un republicano español.
María Torres
Nieta de un republicano español.
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