martes, 19 de marzo de 2013

21. La petición de libertad.

"Geminarán durante años en prisiones,
purgando sus delitos"
Vallejo Nájera



Sábado, 23 de febrero de 2013.
El 14 de noviembre de 1941 y desde la Prisión del Seminario de Uclés, el abuelo escribe al Auditor de Guerra de Aranjuez suplicando le sean concedidos los beneficios de la libertad condicional o la prisión atenuada. Se trata de una carta mecanografiada, con idéntica letra y estilo al del aval del Ayuntamiento de Torrubia del Campo. Estoy casi segura que fue Ramón Salmerón, alcalde, maestro y su apoyo en la sombra,  quien la redactó y la dejó preparada para la firma del reo. Como en la anterior, falta la póliza, en este caso de 1,5 pesetas, por lo que también acabó siendo devuelta al Jefe de la Prisión con el ruego de que fuera elevada nuevamente a la Auditoria de Guerra con la correspondiente póliza.

Hasta la fecha de esta carta y a lo largo del año 1941, habían sido fusilados en la Prisión del Seminario un total de 50 compañeros del abuelo. El 17 de febrero fueron ejecutados siete presos de su pueblo, Ramón Sánchez Zamora, Manuel Fernández Torrero, Félix de la Torres Gómez, Juan de la Torres del Saz, Julián Rubio González, Francisco Díaz Carabaña, y Eustasio Crespo Riaquelme, y el 15 de septiembre Pedro Aragonés Rubio,  en "estrictos actos de justicia" como los fascistas denominaban las acciones represivas encaminadas a la "redención nacional".

Es fácil imaginar que el abuelo, testigo mudo de aquellos asesinatos, siguió todos los consejos de Ramón Salmerón. El objetivo era salir de aquel infierno. Libre no,  puesto que seguiría siendo un delincuente al que era necesario vigilar. La libertad condicional o prisión atenuada como fue su caso, era un elemento de control sobre los expresos y sus familias, que también se convirtieron en objeto de reeducación. Todos estaban sometidos a los Servicios de Vigilancia y Tutela que les exigía la misma sumisión y “buena conducta” que en la prisión. Todos tuvieron que acatar la continua labor de adoctrinamiento patriótico y religioso del Nuevo Estado, dentro y fuera de las cárceles.

Me imagino que el abuelo en apariencia formaba parte de la categoría redimible para los encargados de clasificar a los criminales rojos, esos que según Franco eran “criminales empedernidos, sin posible redención dentro del orden humano y los capaces de sincero arrepentimiento, los redimibles, los adaptables a la vida social del patriotismo”.

No creo que en el abuelo hubiera sincero arrepentimiento puesto que no era culpable de nada que no fuera su lealtad al gobierno republicano.  Tampoco creo que se adaptara a la patriótica vida que el Caudillo indicaba. Llevó una existencia discreta, aunque como no, fue pagador del impuesto de los vencidos.

La exclusión física y social que se inició con el abuelo en septiembre de 1939 no terminó con la prisión atenuada concedida el 23 de noviembre de 1941. Aún hoy, desconozco cuando le fue otorgada la libertad definitiva a pesar de la encomiable tarea llevada a cabo por Gabi de revisar todos los Boletines Oficiales desde 1941, buscando el nombre del abuelo entre los liberados. Se que muchos reclusos continuaron siendo presos de por vida, y que muchos años después de acabada la Guerra, figuraban aún bajo libertad vigilada.

Ya lo dijo Franco, el Día de la Victoria de 1940: “No es posible sin tomar precauciones, devolver a la sociedad, o, como si dijéramos, a la circulación social, elementos dañados, pervertidos, envenenados, políticamente y moralmente, porque su reingreso en la comunidad libre y normal de los españoles, sin más ni más, representaría un peligro de corrupción y de contagio para todos, al par que el fracaso histórico de la victoria alcanzada a costa de tantos sacrificios”.

Me quedo con las palabras de Marcos Ana: "...que España no sea nunca más ni para nadie una tierra de cárceles".


María Torres
Nieta de un republicano español.


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