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lunes, 25 de marzo de 2013

22. El sumario.




"El olvido está lleno de Memoria"
Mario Benedetti



Lunes, 25 de febrero de 2013.


La cita es a las 9:30 horas. A esa hora un funcionario del Archivo Histórico de Defensa me estará esperando en su despacho con el expediente judicial del abuelo.

Aún martillea mi corazón con la emoción de la llamada del viernes a las diez de la mañana. Al otro lado del teléfono una capitana de Defensa, no recuerdo su nombre. Lo primero que me dice es que obran en su poder mis escritos al Coronel Juez del Tribunal Militar Territorial 1º para, a continuación, manifestar que el expediente está en un estado lamentable pero que no es competencia del Ministerio su rehabilitación. Aún así han decidido permitirme su lectura pero sin posibilidad de realizar fotocopias o fotografías. El acceso al expediente judicial será privado, fuera de la sala de investigadores, pudiendo tomar las notas que necesite en el tiempo que estime necesario. Me da a elegir día y hora. El lunes estaré allí a las 9:30 de la mañana, le respondo.

Cuando bajo del autobús faltan apenas diez minutos para la hora fijada. Apoyo la esperanza en mis pasos. Ya queda poco, me digo, para saber algo más del abuelo. Ya queda poco para saber quién, cómo y cuándo.

Tras pasar el control del Archivo me dirijo al mostrador de recepción. Pregunto por Miguel Moreno y me responden que me está esperando. Debo subir a la segunda planta  y localizar su despacho que es el primero a la izquierda. El tiempo que invierte el ascensor en subir dos plantas se me hace eterno.

Sobre la mesa casi vacía del despacho de Miguel Moreno se encuentra el expediente del abuelo. La portada del sumario ha desaparecido. En su lugar un papel grisáceo sin título, nombre o número de sumario recoge cerca de cien páginas. Intuyo que lo han colocado hace poco para darle otro aspecto.

El funcionario me facilita lápiz y unos cuantos folios en blanco para mis notas, a la vez que unos guantes de látex y una mascarilla que debo ponerme obligatoriamente para evitar un posible contagio por los hongos que se encuentran en los documentos y que son en parte los responsables de su deterioro.

Abro la improvisada portada del sumario  y compruebo que la parte inferior de casi todas las páginas está como húmeda, se deshace al contacto con los dedos. Pongo el máximo cuidado en su manejo y nada más comenzar a leer mis ojos se topan con una fecha: 1 de septiembre de 1939. Ese día el abuelo fue detenido y trasladado a la cárcel de Torrubia del Campo. Siento una irremediable tristeza. Era el día de su cumpleaños. ¿Qué ocurrió hasta el 10 de septiembre en que fue trasladado a Cuenca?

El siguiente documento contiene la pista clave de porqué fue detenido y encarcelado. Leo: “El detenido, Arturo Torres Barranco,  apoyó fervientemente al Frente Popular y tras la victoria de este en las elecciones de febrero de 1936, fundó en la localidad el partido de Izquierda Republicana”. Ahora no es tristeza lo que siento, me invade la emoción y el orgullo. La sangre republicana que corre por mis venas es la suya.


María Torres
Nieta de un republicano español

lunes, 4 de marzo de 2013

16. La respuesta del Archivo Histórico de Defensa.


Lunes, 18 de febrero de 2013.

Hace casi un mes que estuve en el Archivo Histórico de Defensa, concretamente el 20 de enero. Ese fue el día que ante la imposibilidad de ver el expediente judicial del abuelo, formulé una reclamación ante las autoridades del Archivo.

Hoy he recibido la repuesta:
"Le informamos que,  tras ser valorado por el equipo técnico del Área de Conservación, no es posible acceder a su petición en las actuales circunstancias, debido a que la documentación solicitada se encuentra en mal estado de conservación, por lo que cualquier manipulación puede provocar pérdidas irreemplazables en el soporte documental del expediente"
Subrayan el "no es posible" que yo interpreto como "no insista más". Es evidente que la respuesta no podía contradecir a la del Coronel y que yo pienso seguir insistiendo. En el mismo escrito señalan que puedo establecer recurso contra esta resolución ante la Subdirección del Subsistema Archivístico del Órgano Central y así lo haré.

Tengo derecho a ver el expediente de mi abuelo por muy lamentable que sea su estado. Entiendo que no permitan fotocopias o fotografías, pero no pueden negarme que compruebe por mi misma ese "mal estado de conservación". Floren Dimas me dice, con toda razón, que no me pueden negar la autorización para acceder al sumario aunque solo sea para verlo, de la misma forma que la policía no puede negar que los familiares se despidan, por muy deteriorados que estén los restos,  de un finado.

En otra parte del escrito comentan que: "una vez que la Dirección del Sistema Archivístico de Defensa, establezca un nuevo plan de intervención en materia de restauración del patrimonio documental, se tomarán las medidas adecuadas para la consolidación de aquellas unidades o series documentales que así lo requieran".

Aunque parece que me toman, nos toman,  por tonta/tontos, no es muy difícil entender que no tienen ningún plan de restauración previsto a corto, medio, ni largo plazo. Y en cuanto a tomar las medidas adecuadas para las unidades que así lo requieran, me gustaría recordar que se trata de millones de documentos que en lugar de encontrarse en proceso de restauración están en proceso de destrucción y que lamentablemente se perderán por la desidia de la Administración y caerán en el olvido para desgracia de muchos que nunca sabremos que ocurrió con nuestros familiares y la alegría de otros que seguirán negando la sangrienta represión franquista.

Es absolutamente deplorable que un Estado que se llama democrático no haga nada por conservar una parte de la historia que se debería recordar siempre y que forma parte del patrimonio documental de todos los españoles.


María Torres
Nieta de un republicano español.




viernes, 22 de febrero de 2013

10. El Coronel si tiene quien le escriba. Segunda carta.

 
Coronel Juez
Tribunal Militar Territorial 1º de Madrid
Paseo de Reina Cristina, 3
28014 Madrid.
 
 
Madrid, 14 de febrero de 2013
 

 
Señoría,
 
Con fecha de ayer 13 de febrero de 2013, recibí respuesta a mi escrito de 24 de enero, en el que le solicitaba poder acceder los documentos de la Causa nº 1654 que se le siguió a mi abuelo Arturo Torres Barranco.
 
Como comprenderá la misma no me satisface. Se me pide esperar a que el expediente sea “debidamente consolidado y restaurado”. ¿De cuánto tiempo estamos hablando Señoría? Pueden pasar años y entonces los documentos se habrán perdido por completo.
 
Sé que mi caso no es excepcional y que es cierto que el estado de descomposición celulósica en que encuentran miles de legajos es verdaderamente alarmante, pero también sé que no se va a proceder a ningún proceso de restauración porque su coste sería astronómico al tratarse de varios millones de documentos, y ni en período de vacas gordas se afrontaría semejante gasto, a pesar de que el artículo 1, punto 2 de la  Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, de la Memoria Histórica establezca que : se pretende el fomento de los valores y principios democráticos, facilitando el conocimiento de los hechos y circunstancias acaecidos durante la Guerra civil y la Dictadura, y asegurando la preservación de los documentos relacionados con ese periodo histórico y depositados en archivos públicos”.
 
Me pregunto y me atrevo a preguntarle ¿qué se pierde con intentar fotografiar los documentos, aún a riesgo de que algunos se deterioren un poco más, si de todas formas no se detiene el proceso degenerativo del papel y en cualquier caso, no se van a restaurar nunca?
 
Me consta que a historiadores y otros investigadores conocidos y/o anónimos, pero que acceden con frecuencia al Archivo Histórico de Defensa, para consultar los sumarios, no se les niega la entrega de documentación por encontrarse deteriorada, y no entiendo porque se me niega a mí que soy parte interesada al tratarse del expediente de mi abuelo.
 
Señoría, como ya le dije en mi anterior escrito, es muy importante para mi familia y para mí conocer la historia de mi abuelo. Mi padre nunca pudo investigarla ya que antes los archivos no eran de acceso público y posteriormente no fue posible por diversas limitaciones. Es muy mayor, con casi ochenta años creo que ya está en el derecho de saber que ocurrió con mi abuelo.
 
Mi generación es la última que está en disposición de recomponer la historia, sin rencor, y poder cerrar las heridas pasadas. Tenemos derecho a saber, que es el derecho a la verdad,  y no se trata  solo del derecho individual de toda víctima o sus familiares. El derecho a saber es también un derecho colectivo.
 
Nuevamente apelo a su benevolencia y sentimientos humanitarios para que me permita acceder a la causa de mi abuelo, en las condiciones que su Señoría crea convenientes, bien a través de una consulta personalizada con la presencia de un funcionario o técnico en archivos que podría manejar los documentos mientras se me permite fotografiarlos, bien facilitándome una copia digital del expediente y si ninguna de estas dos opciones fuera posible, me conformaría con revisarlo y tomar las notas necesarias.
 
Le agradezco su tiempo en leer este escrito y quedo pendiente de sus noticias esperando se resuelva mi petición de una forma favorable.
 
Atentamente,
María Torres
Nieta de un republicano español.
 
 

jueves, 21 de febrero de 2013

9. La respuesta del Coronel.

15 de febrero de 2013.

La respuesta del Coronel me ha llegado a través del Oficial de Gestión Habilitado del Ministerio de Defensa. Tal y como me esperaba es negativa, al igual que el argumento ya adelantado por un funcionario el día que visité el Archivo Histórico.

Personal de dicho Archivo Histórico nos informa que la Causa núm. 1654, que se le siguió a Don Arturo Torres Barranco, se encuentra muy deteriorada, debiendo esperar para consultarla a que ésta sea debidamente consolidada y restaurada”

Ni mi caso es excepcional ni voy a negar algo bastante evidente como es el estado deplorable en que se encuentran muchos archivos. Dudo que el Estado acometa la ingente labor, sobre todo por su alto coste, de restaurar toda esta documentación.

Se me pide que espere ¿Cuánto? ¿A que se destruya por completo el expediente por la desidia de una institución, mientras me impiden ejercer el derecho de acceder a la historia de la represión de mi abuelo?

No. No voy a esperar de brazos cruzados.

El Coronel si tiene quien le escriba, y esa soy yo.


María Torres
Nieta de un republicano español


lunes, 18 de febrero de 2013

7. El Coronel si tiene quien le escriba. Primera Carta.

Coronel Juez
Tribunal Militar Territorial 1º de Madrid 
Paseo de Reina Cristina, 3
28014 Madrid


Madrid, 24 de enero de 2013


Señoría:

Hace un tiempo inicié una investigación sobre mi abuelo, represaliado del franquismo, que fue encarcelado al finalizar la Guerra Civil.


El pasado 20 de enero acudí al Archivo Histórico de Defensa, con objeto de leer su expediente y poder obtener información sobre lo sucedido. Mi disgusto fue grande cuando me informaron que no podían mostrarme el mismo por estar en avanzado estado de deterioro.


Soy consciente de las dificultades existentes para poder examinar el citado expediente, pero es tan importante para mi familia y para mi, que apelo a sus sentimientos humanitarios esperando sepa comprender la situación y su benevolencia me permitiera acceder a una consulta personalizada en las condiciones que determine, o alternativamente se me pudiera facilitar copia fotográfica digital de los documentos.


Le agradezco su tiempo en leer este escrito y quedo pendiente de sus noticias esperando poder resolver mi petición de la forma que estime conveniente.


Los datos del expediente de mi abuelo son los siguientes:


Arturo Torres Barranco.
Fondo: Madrid
Signatura: (...)
Causa: (...)
Legajo: (...)


Atentamente,
María Torres
Nieta de un republicano español.

P.D.: Mis números de contacto (…)




jueves, 14 de febrero de 2013

5. En el Archivo Histórico de Defensa.


“La reconstrucción del pasado es una de las tareas más importantes del historiador. Y la emprende no por un extraño afán de rescatar archivos u hojear viejos escritos, sino porque quiere hablar con los muertos, preguntando a los documentos y escuchando sus respuestas. Si abandonamos todo contacto con los mundos perdidos nos condenamos a vivir abocados al olvido”.


Robert Darnton





Lunes, 20 de enero de 2013


Son las nueve de la mañana y encamino mis pasos hacia el Paseo de Moret de Madrid donde se encuentra el Archivo Histórico de Defensa, tras una larga noche de insomnio en la que un insurrecto amanecer se demoraba más de lo habitual en aparecer.


Hace frío en Madrid. Nada más llegar a la plaza de la Moncloa (antes Plaza de los caídos por Madrid), mi mirada se fija en los 40 metros de altura del Arco de la Victoria (popularmente denominado Puerta de la Moncloa), construido durante los años 1950 a 1956, y que conmemora la victoria del ejército franquista en la batalla de la Ciudad Universitaria. Es el único arco del triunfo elevado en el mismo terreno donde tuvo lugar la batalla.


Resulta paradójico que aquellos que insisten en olvidar y pasar página no dejen de recordarnos con multitud de símbolos el pasado que algunos no queremos olvidar.


Desde Moncloa y al lado derecho del Paseo de Moret, se encuentra el Parque del Oeste, que se extiende hasta el Templo de Debot, donde se ubicó hace años el Cuartel de La Montaña. Durante la Guerra el Parque del Oeste se convirtió en campo de la Batalla de la Ciudad Universitaria En él se abrieron trincheras y se construyeron  búnkeres que todavía hoy se pueden ver en su extremo norte.


Mientras camino caigo en la cuenta de que no sé en qué número de la calle está el Archivo. Una bandera rojigualda que baila al compás del frío viento del norte, me indica la situación.


El Archivo General e Histórico de Defensa, creado por Real Decreto de 18 de noviembre de 2011 está situado en el Paseo de Moret núm. 3 de Madrid, dentro del recinto del antiguo acuartelamiento "Infante Don Juan" y dispone de siete depósitos documentales, distribuidos en 3.304 metros cuadrados, que suman en total veinticinco kilómetros de estanterías. Custodia 90.393 unidades de instalación que contienen más de dos millones de expedientes correspondientes, entre otros, al Fondo de la Justicia Militar formado por la documentación generada por los Juzgados Militares del bando franquista desde el comienzo de la Guerra hasta finales del siglo XX. Sólo los expedientes judiciales que engloban juicios sumarísimos, causas ordinarias y diligencias previas, se estiman en más de 350.000 unidades documentales. Allí se encuentra el procedimiento sumarísimo de urgencia nº 21.001 de Miguel Hernández.

El Ministerio de Defensa tiene hoy a su cargo el mayor volumen de patrimonio documental del Estado después del Ministerio de Cultura, El acceso y consulta de los fondos del Archivo es libre y gratuito. Para acceder a la Sala de Investigadores sólo es necesaria la identificación y registro mediante DNI o Pasaporte. Los nuevos usuarios deben cumplimentar el impreso de Alta y entregarlo al personal de Sala y en sucesivas asistencias pasarán por el control de Sala para asignarle el puesto de consulta.


En la Sala de Investigadores únicamente está permitido el acceso con hojas sueltas, ordenador portátil y lápiz. Es obligatorio el uso del lápiz.  No se pueden tener sobre la mesa de trabajo los efectos personales, que son depositados en una taquilla.


A las 09:50 horas he terminado con todos los trámites y me encuentro en la Sala de Investigadores frente a un funcionario al que le entrego mi petición. He solicitado los expedientes de mi abuelo y de su hermano. Me asignan un puesto y me dicen que espere allí hasta que localicen los documentos.


La sala está poco ocupada, pero llena de un silencio que solo rompe el paso de las hojas que manipulan los investigadores y el sonido de los lápices. Tras veinte minutos de espera el funcionario coloca sobre mi mesa el expediente de Antonio Torres Barranco. El del abuelo siguen buscándolo.


Dentro de una carpeta de lo que hace tiempo fue cartulina blanca, se hallan cerca de cien hojas de distintos tamaños y letras, que con el paso del tiempo y posiblemente las malas condiciones de conservación, han adquirido un abanico de tonalidades. Unas páginas se encuentran mecanografiadas, otras manuscritas. Dentro de las manuscritas se pueden leer textos con una caligrafía precisa y perfecta que contrastan con las de escritura más rudimentaria. Todas ellas unidas descuidadamente con grapas a la carpeta, que en ocasiones ocultan parte del texto de los documentos.


Reviso con cuidado el expediente, deteniéndome en aquello que considero más importante para la investigación por si encontrara alguna conexión entre los dos hermanos, mientras tomo notas y espero con impaciencia el expediente del abuelo. Cada poco tiempo echo una mirada al funcionario para que no se olvide de mi.


Han pasado cerca de dos horas y ya he terminado de leer el expediente de Antonio Torres. El del abuelo sigue sin aparecer y comienzo a inquietarme, pues hoy no tendré tiempo de leerlo. Tendré que volver otro día, o los días que haga falta. Estos son mis pensamientos cuando se acerca el funcionario y me comenta con un hilo de voz, apenas perceptible,  que no puede hacerme entrega del sumario de Arturo Torres Barranco pues se encuentra en avanzado estado de deterioro. Le pido me informe sobre lo que hay que hacer en estos casos y extiende con desgana ante mi un formulario fotocopiado para que haga una reclamación. Relleno el formulario, impactada y desilusionada por lo sucedido, y salgo de la sala pensando como resolver aquello, pues entre todas las desgracias que podía imaginar, nunca se me había ocurrido contar con la que acababa de suceder.


Recojo mis pertenencias de la taquilla y cuando estoy a punto de abandonar el edificio, uno de los técnicos de archivo que merodeaba por allí me pregunta por qué me voy tan pronto. Le cuento lo sucedido y me confirma que el expediente del abuelo está en muy mal estado, sugiriéndome escriba al Juez Coronel del Tribunal Militar Territorial 1º de Madrid, responsable del Archivo, para solicitarle me permita acceder a él.


También me comenta que la Ley establece que los expedientes que se encuentran en mal estado deben ser restaurados y digitalizados, pero que lamentablemente el Archivo no cuenta con ningún restaurador y además no hay fondos para ello, confidencias éstas que hacen aumentar mi desánimo y mi poca confianza en resolver este asunto favorablemente. Era tan importante para mi tener en las manos esos documentos …


Esa misma tarde hablo con Floren Dimas quien me confirma que el asunto tiene difícil solución pero me anima a escribir al Coronel. No tengo idea como hay que dirigirse a un Coronel y en qué términos y formas redactar el escrito, pero  Floren me da unas valiosas instrucciones y me pongo manos a la obra.


Existe el derecho a la verdad, pero hasta llegar a ella hay que vencer muchos obstáculos y yo no estoy dispuesta a darme por vencida ante el primer contratiempo.


María Torres

Nieta de un republicano español.

martes, 29 de enero de 2013

37 años después




El abuelo murió el 19 de mayo de 1975 llevándose con él todo el dolor de los años pasados en prisión. Se llevó su historia, pues a nadie más que a él pertenecía. Jamás quiso compartirla, por lo que sin contar a mi abuela que le sobrevivió bastantes años y nunca quiso hablar, ni mi padre ni sus hermanos eran conocedores de lo ocurrido.

Aparte de ellos, no quedaba nadie vivo a quien preguntar. Alguien que pudiera aportar algo de luz para vislumbrar, aunque fuera por una pequeña rendija, ese pasado silencioso del abuelo.

Después de 37 años sin él, pero conviviendo día tras día con su memoria, llegó un día en que me decidí a sacudir los recuerdos. Volví a interrogar a mi padre y sus respuestas fueron escuetas, distantes y veloces. Querían escapar, refugiarse en la desgraciada infancia de un niño de la guerra.

Lo primero que hice fue solicitar ayuda a la  ARMH de Cuenca. Nunca hubo respuesta. Pregunté a amigos, a contactos de las redes sociales que se ocupaban de estos asuntos de la “desmemoria”. Paco Jerez de Todos los rostros y Pedro Peinado de La Gavilla verde me tendieron los primeros puentes que me animaron a cruzar las montañas del pasado.

Así fue como me senté para escribir sobre ello en un intento de concretar los datos con los que contaba y trazar la línea de actuación en busca de información. Sabía que mi abuelo había estado encarcelado tras la guerra; que posiblemente había sido denunciado por un vecino del pueblo con el apoyo del cura, como venía siendo habitual; que durante el tiempo de encarcelamiento mi abuela iba a verle todas las semanas; que tan solo una vez mi padre fue a visitarle a la Prisión Provincial de Cuenca, el día de la Merced, fecha en la que permitían el acceso a los hijos de los reclusos (esto lo supe más tarde).

No sabía cuándo le detuvieron, cual fue la acusación, cuánto tiempo había pasado en prisión, ni dónde le habían llevado antes de encerrarle en la de Cuenca. El recuerdo de la prisión del Monasterio de Uclés y la posibilidad de que antes hubiera estado allí, sacudía mi corazón con un latigazo de dolor.

Sabía tan poco. ¿Por dónde comenzar?

Acudí en busca de la última carta que me envió el abuelo. Tenía fecha de 9 de mayo de 1975, diez días antes de morir. Me decía que estaba deseando que pasáramos el verano juntos y hacía planes para entonces. Fue como un detonante. Recuerdo que mientras me secaba las lágrimas le hablaba: “Verás abuelo, yo también tengo planes. Tengo un plan y este va a consistir en averiguar que pasó contigo en esa cárcel franquista y porque te llevaron a ella. Ese es mi plan para los próximos años. Y no sólo lo haré por mí y mi necesidad de saber. Lo haré por ti, por papá y por mi hija, para que no olvide”


*


Lunes, 14 de Enero de 2013

Lo primero que he conseguido averiguar es que  Cuenca  pertenecía  a la  Jurisdicción  Central de  la  Armada,  con sede en Madrid. En su Archivo Histórico se conserva la documentación relativa a los juicios militares hasta 1953.  La  posterior  se encuentra bajo el control del Tribunal Militar Territorial Primero, en el Archivo General e Histórico de la Defensa en Madrid.

En relación con los procedimientos judiciales seguidos por la Jurisdicción del Ejército de Tierra, el TMT 1º los mantuvo repartidos en diversos depósitos situados en Madrid, Valencia, Alicante, Castellón y Cartagena hasta finales del año 2008, fecha en la que se inició su traslado y concentración en Madrid. Desde  junio de 2009, el TMT 1º ha autorizado la libre consulta de dichos fondos en el Archivo General e Histórico de la Defensa.

Ya tengo algo por lo que comenzar, por lo que encamino mis pasos en la búsqueda de datos sobre ese archivo. Se puede localizar a través de la página del Ministerio de Cultura. Tras varios intentos fallidos consigo acceder a un extenso documento denominado «Procedimientos judiciales incoados por la Justicia Militar a raíz de la Guerra Civil y durante la etapa franquista bajo responsabilidad del Tribunal Militar Territorial Primero». Se encuentra dividido en cuatro listados ordenados alfabéticamente (A-D; E-K; L-P y Q-Z), que incluyen varios campos como apellidos y nombre de la persona encausada, fondo al que pertenece (provincia de encausamiento), número de sumario o causa original, signatura actual de la documentación (legajo o caja y expediente dentro de la misma) así como si la documentación se encuentra digitalizada o no.

Examino los apellidos que comienzan con la letra T. Integran un listado interminable de 2.127 páginas que sólo comprende los apellidos de la Q a la Z. Hay algunos expedientes que no tienen ni apellidos, tan solo un nombre, o lo que es peor, un apodo. Cuando llego a la página 1.625 mi ritmo cardiaco ha aumentado demasiado. Allí, casi al inicio, leo: «Torres Barranco, Antonio». Debe tratarse de un error, ya que el nombre del abuelo es Arturo. Compruebo que no hay error ya que los datos de él se encuentran una línea más abajo. Por fin tengo el número de sumario y el lugar donde se encuentra custodiado.

Buscaba a uno y he encontrado a dos. Antonio debe ser el hermano del abuelo. Mañana lo contrastaré con mi padre y también mañana llamaré al Archivo de Defensa. Necesito ver esos sumarios cuanto antes. Después de 37 años ya no puedo esperar más.

Sé que acabo de dar un paso gigante, sólo que ahora existen más preguntas.


María Torres
Nieta de un republicano español